“Y yo rogaré al
Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”
San Juan 14: 16-20
Hay una
pintura muy famosa del Renacimiento en la que se puede ver a un ángel tocando, de
manera muy curiosa, las espinas de la corona que usó Jesús durante la
crucifixión.
Esta obra
de arte me hace entender que el dolor no puede ser percibido ni entendido por
los ángeles porque no está hecho para ellos. Está creado para los seres humanos
y, este dolor, aunque cueste creerlo tiene un propósito.
Durante
los momentos de dolor es cuando más consciente te haces de tu fragilidad y tu necesidad
de Dios. Cuando llega el dolor, éste moldea y fortalece tu carácter. Los frutos
más poderosos de la vida nacen durante el dolor. Las bendiciones se valoran más
cuando las antecede un momento de dolor.
Solo
durante la más obscura noche es cuando mayor es la belleza de las estrellas. Así
tambi én solo en los momentos más negros de nuestra vida, es cuando
podemos contemplar la grandeza del amor de Dios.
De ahora
en adelante cuando lleguen los problemas no te venzas. Busca la parte buena en medio
de ese dolor, porque sin el dolor no podríamos conocer al más hermoso
consolador: El Espíritu Santo.