Todo lo que no se usa
se oxida, se daña, o simplemente caduca. Así, estos primeros días del año los
gimnasios se llenan de personas que desean quitarse lo que tienen de sobra o
levantar todo músculo que está caído por falta de ejercicio. Y esto solo se
consigue ejercitando el cuerpo por medio de saltos, movimientos, y una
disciplina diaria.
Lo mismo pasa con la fe, hay que ejercitarla cada día. Hay mucho que leer en la Biblia sobre la fe, pero pocos lo ponen en práctica y la fe se materializa en obras. Así como levantar pesas fortalece tus músculos, la fe se fortalece cuando la utilizas.
Lo mismo pasa con la fe, hay que ejercitarla cada día. Hay mucho que leer en la Biblia sobre la fe, pero pocos lo ponen en práctica y la fe se materializa en obras. Así como levantar pesas fortalece tus músculos, la fe se fortalece cuando la utilizas.
La fe casi siempre va acompañada de un acto. Abraham, Noé, Josué, actuaron en fe y recibieron grandes bendiciones en su vida.
Dar pasos o saltos en fe no es fácil, siempre hay un riesgo que tomar. Es emocionante escuchar historias de personas que arriesgaron todo como acto de fe y Dios los recompensó. Pero no suena tan emocionante cuando te toca a ti dar ese paso.