De
Miami a Roma, de New York a Hawái, de París a Los Ángeles.
Grandes ciudades,
destinos famosos, para vacaciones, negocios, entre otros.
Pero
hoy hablaré de un destino más asombroso, un
lugar
donde muchos tienen invitación pero solo algunos tienen el boleto.
El
Cielo. Un lugar sin sombras y con abundante luz. No hay errores, no hay
tristeza, no hay cómo aburrirse: el destino perfecto. Hay olas de amor líquido
y bocanadas de Su gloria. También historias maravillosas que cuentan la compasión
y el amor de Dios.
Al
llegar al Cielo puedes visitar diferentes zonas, entre ellas el trono de
Dios, donde la gente adora, donde la presencia de Dios es tan fuerte que nadie
puede hablar, ni estar en pie: un lugar con una paz indescriptible. Además hay
un lugar allí en el Cielo, donde se puede sentir el palpitar del corazón de
Dios, amando y añorando a cada alma en la Tierra.
Este
destino, del que tanto he leído, tiene verdes prados, deslumbrantes lagos y calles de oro: es
el nuevo hogar de mi papá y al que nadie puede entrar por méritos propios, el
único boleto para entrar es Jesús.
Anhelo
llegar al cielo y reunirme con papi, pero también anhelo cumplir el trabajo que
Jesús nos encomendó: hablar de su amor y misericordia para que cada persona en
el mundo pueda viajar al cielo.!!
Diles a mis hijos que
les amo y que tengo
un lugar glorioso
para ellos.