En estos días los agradecidos están en peligro de extinción. Y por otro lado abundan los malagradecidos. Este comportamiento no solo refleja falta de un valor moral, además también es condenado por Dios. La Biblia dice: “Habrá gente egoísta… También habrá gente orgullosa, que se creerá más importante que los demás. No respetarán a Dios ni obedecerán a sus padres, sino que serán malagradecidos y ofenderán a todos.” 2 Timoteo 3:2.
El agradecimiento no se
practica regularmente ni en la iglesia, ni en la familia o en las relaciones
profesionales. Hay quienes creen que merecen todo lo que llega a sus manos o a
sus vidas, sencillamente porque lo merecen, o por ser “superiores” a los demás.
Los ingratos también suelen ser personas quejumbrosas y criticonas que pierden
de vista el valor de lo que tienen.
Dios no te mandó a
conformarte con la realidad de este mundo, pero sí a que seas una persona agradecida por
lo que Él te ha dado. Agradece a Dios por las personas que han llegado a tu
vida, agradece por un nuevo día de vida, agradece a quien te prepara un
sencillo plato de comida o aún a quien te regala una sonrisa o un gesto de
amabilidad. Si no agradeces, es porque no valoras lo que Dios te ha dado hasta
ahora, y este comportamiento confirma que no estás listo para recibir más de
Dios. En toda situación ¡agradece!