No puedo
decir padre sino demuestro este parentesco en mi vida cotidiana.
No puedo decir
nuestro
si vivo encerrado en un compartimiento hermético.
No puedo
decir que estás en los cielos si estoy tan ocupado con la Tierra que me
olvido de las riquezas del cielo.
No puedo
decir Santificado sea tu nombre si yo, que soy llamado su hijo no soy
santo.
No puedo
decir venga tu Reino, si no estoy haciendo nada para traer su Reino a
esta Tierra.
No puedo
decir sea hecha tu voluntad, si objeto, o desobedezco su voluntad.
No puedo
decir como en el cielo, así también en la tierra
si no estoy
dispuesto a dedicar mi vida al servicio.
No puedo
decir danos hoy nuestro pan cotidiano, si vivo de experiencias
pasadas o soy egoísta.
No puedo
decir perdónanos nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores, si tengo guardado rencor contra alguien.
No puedo
decir no nos metas en tentación, si deliberadamente me coloco en
tentación.
No puedo
decir líbranos del mal si no estoy preparado para pelear la batalla espiritual
por medio de la oración.
No puedo
decir tuyo es el Reino, si no otorgo al Rey la obediencia leal.
No puedo
decir tuyo es el poder, si temo a las circunstancias o a lo que me
pueda hacer el hombre.
No puedo
decir tuya es la gloria, si busco mi propia gloria.
No puedo
decir por los siglos de lo siglos si mi horizonte está limitado por
lo visible y explicable.