Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas... Salmo 139:16
¿Serías
capaz de matar a tu madre? ¿A tu hermano? ¿O a un amigo?. Cada año millones de
mujeres matan a sus hijos. Cuatro millones de abortos se realizan en América
Latina al año. Y tan
culpable como la mujer, es el hombre que estuvo de acuerdo o no quiso asumir la
responsabilidad de su hijo.
Hay
demasiadas organizaciones y personas que tratan de disfrazar el asesinato como
un “derecho de la mujer” aduciendo que el feto no es un persona.
Un feto
tiene corazón, tiene manos, siente dolor, se da cuenta que está siendo
expulsado del útero. Lo único que el feto no tiene es voz para gritar: ¡quiero
vivir! ¡soy una persona!
No se trata de juzgar a las personas que tuvieron sexo sin protección o que han abortado. El propósito de este blog es hacerte saber que el aborto nunca dejará algo bueno a tu vida. Puede que tu cuerpo no sufra consecuencias por el aborto, pero tu alma sí las tendrá. Si estás embarazada y has pensando que el aborto es la solución o conoces a alguien que está en ese dilema, es tiempo que recapacites. La vida después de un aborto está llena de culpabilidad, dolor, frustración y deseos de morir.
Hay alguien dispuesto a hacerse responsable por tí y tu bebé. Se llama Jesucristo, si le entregas tu vida y le rindes todo a Él, tu situación cambiará para siempre. Nunca más te sentirás abandonada o rechazada, porque Él te ama con amor eterno.
No se trata de juzgar a las personas que tuvieron sexo sin protección o que han abortado. El propósito de este blog es hacerte saber que el aborto nunca dejará algo bueno a tu vida. Puede que tu cuerpo no sufra consecuencias por el aborto, pero tu alma sí las tendrá. Si estás embarazada y has pensando que el aborto es la solución o conoces a alguien que está en ese dilema, es tiempo que recapacites. La vida después de un aborto está llena de culpabilidad, dolor, frustración y deseos de morir.
Hay alguien dispuesto a hacerse responsable por tí y tu bebé. Se llama Jesucristo, si le entregas tu vida y le rindes todo a Él, tu situación cambiará para siempre. Nunca más te sentirás abandonada o rechazada, porque Él te ama con amor eterno.