En estos días es común hablar del bullying
entre los jóvenes, adolescentes o entre niños y niñas. Pero hay un tipo de bullying
del que nadie habla: bullying a los
adultos mayores o ancianos. El maltrato, el acoso, no es exclusivo de los
menores de edad.
El bullying se puede ejercer de muchas formas,
intimidaciones, humillaciones, indirectas, aislamiento, burlas y el mal trato.
Las personas más abusadas son aquella de mayor edad o
quienes padecen una enfermedad que los hace más vulnerables. Y quien ejerce la
violencia o bullying experimenta también un placer, es como si el ego se
inflará y generará satisfacción.
El comportamiento violento en la escuela o el hogar
es influenciado por el mundo que nos rodea. Algunos atribuyen
la violencia a una crisis política, social y económica, yo lo atribuyó a un
problema del corazón.
Cada acto del ser humano desnuda su corazón y lo que en
él hay. Es imposible que exista un cambio externo si primero, no lo hay
interno, en el corazón, en la mente, y en la forma de actuar. Y ese cambio solo
puede venir por Jesús. Cada día hay
miles de personas de la tercera edad que reciben insultos, golpes,
humillaciones en silencio, no dicen nada porque no tienen donde ir o para no
quedarse solos.
Es urgente cambiar el trato a los ancianos, los jóvenes
deben entender que ellos merecen respeto y un buen trato, Dios nos manda que
honremos a las personas mayores.
“Delante de
las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás
temor” Levítico 19:32
“No reprendas al anciano, sino exhórtale como
a padre… a las ancianas, como a madres”. 1 Timoteo 5:1-2