"Y me ha
dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad."
2 Corintios 12:9
Hay una
leyenda que cuenta que fue encontrado el más hermoso diamante en África. Le fue
entregado a un experto en pedrerías, quien tomó la piedra preciosa y la partió
en dos. Aquel golpe, que aparentemente dañaría la joya, fue calculado durante
semanas y no fue un error, porque al partirla en dos salió a relucir el mayor
esplendor de la joya.
La vida
de cada cristiano (a) es igual que la historia de este diamante: solo mediante
la prueba y los golpes es cuando podemos ser transformados y sacamos a relucir
nuestro mejor brillo.
Puede
sonar fácil, pero solo el que vive la prueba conoce el peso que ésta lleva.
Las
dificultades son necesarias para moldear nuestro carácter y sobre todo porque
en las dificultades es cuando más claramente podemos ver el poder de Dios en
nuestra vida.
Él conoce
tu dolor, tu soledad, tu angustia y tu desesperación. Puedes llorar y
clamar por su ayuda, pero no permitas que las lágrimas te cieguen y que pierdas de
vista que Jesús está a tu lado.
Cada vez
que llegue la prueba a tu vida y sientas el dolor que te parte en dos, recuerda que
cada golpe ha sido autorizado por el amor de Dios y, aunque no lo entiendas,
hay un plan trazado para sacar a relucir tu mejor brillo.
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